Texto de Isabel Brito Cabeza

Las iniciativas locales seleccionadas por el LIIISE para iniciar el mapeo de iniciativas en el espacio Iberoamericano son proyectos colaborativos e innovadores en sus terrenos de acción específicos, algunos con un recorrido de décadas, cuyas visiones, valores, objetivos, métodos y formas de organización se encuentran en la base los Objetivos de Desarrollo Sostenible que la ONU reconoció como universales a través de la Agenda 2030. Esta selección inicial recoge iniciativas relacionadas con los objetivos vinculados a las alianzas (17), la producción y el consumo responsable (12), la acción por el clima (13), el agua limpia y el saneamiento (6), el trabajo decente y el crecimiento económico (8), la educación de calidad (4) y la igualdad de género (5).

Son «semillas» de transformación para un futuro sostenible, para un buen Antropoceno, construido desde lo local, y que podrían ser replicadas en diversos territorios a diferentes niveles hasta extenderse por todo el sistema.

La diversidad territorial y la participación activa de la ciudadanía en el desarrollo de estas iniciativas, a través de organizaciones, movimientos sociales o entidades vinculadas a la Universidad, refuerzan su resiliencia, por varias razones. En su desarrollo hay una retroalimentación entre naturaleza y sociedad. Es el caso de la iniciativa del Atrapanieblas del Movimiento “Peruanos sin agua”, mallas de polietileno que captan de 200 a 400 litros de agua al día, o la iniciativa Light Humanity, que desarrolla tecnología solar para suministro de energía a comunidades rurales. Ambas, combinan la tecnología con procesos naturales como la condensación del agua o la radiación solar. Estas simbiosis entre tecnología y naturaleza, pueden dar lugar a procesos biomiméticos, tales que la naturaleza sea una auténtica fuente de inspiración para el desarrollo de tecnologías innovadoras y ayude a resolver problemas humanos que la naturaleza ha resuelto de forma eficaz.

Son tecnologías replicables. En el caso de las mallas que componen la tecnología básica para los Atrapanieblas, son utilizadas además de en Perú, donde nació el Movimiento «Peruanos sin Agua», en Colombia, Bolivia, Alemania y Corea. Tienen una amplia durabilidad y son eficientes, desde el punto de vista de la cantidad de agua que recogen, las de poliamida hasta 1200 litros de agua al día en una superficie de 20 m2. Lo mismo sucede con los paneles solares de la iniciativa Light Humanity.

También se han seleccionado algunas iniciativas de agricultura intensiva en transición como Flor de Doñana en Almonte (Huelva), que retroalimentan y evalúan su proceso productivo mediante el cálculo de la huella hídrica y la huella de carbono, y experimentan con sistemas de riego eficientes desarrollados desde la investigación. También están implantando medidas concretas de compromiso social con el territorio, aplicando salarios justos adecuados a los Convenios Internacionales y normativa laboral española, y jornadas laborales que permiten la conciliación de la vida laboral y personal. Esto es importante dado que todas las personas que trabajan en los cultivos son mujeres del territorio. La aplicación de la tecnología y el buen hacer social se completa con la diversificación en otras actividades relacionadas con el uso sostenible de la tierra, empezando a ensayar métodos ancestrales con animales para oxigenar y remover el sustrato, al tiempo que, también desde la investigación, están trabajando con plásticos biodegradables, residuos que necesitan una gestión sostenible, para que cada vez sean menos dañinos con el entorno ambiental. Estas aportaciones son una buena muestra de que se puede afrontar la transición paso a paso y con buenos resultados.

La conectividad es otro factor clave. Todas las iniciativas propuestas están conectadas al territorio, proveedor esencial de servicios de primera necesidad, agua, alimento, gestión de residuos, educación, planificación sostenible de las ciudades y municipios y protección de la Naturaleza.

La innovación social es otra de las características de las diversas iniciativas elegidas y representativas de la necesaria transición socioecológica. Algunas, son iniciativas vinculadas a la tierra y a los saberes tradicionales en la forma de cultivar, como las chinampas, superficies cultivadas por cooperativas familiares en las zonas lacustres de México, que emplean a un buen número de personas trabajadoras de forma directa y propician los saberes tradicionales para cultivar de forma ecológica, y otras que impulsan la agricultura orgánica, sin fertilizantes, ni insumos, como la iniciativa de Coperav, en Río Grande do Sul en Brasil para el cultivo de arroz ecológico, siendo una de las principales formas de monetización para los agricultores asentados, . Ambas se desarrollan a través de cooperativas familiares de base comunitaria. En Chinampayolo (México) se han asociado llegando a emplear de forma directa entre 80 y 100 personas. Y han generado una gran diversidad de actividades y acciones formativas en torno a la agroecología campesina, la recuperación de semillas, incidiendo el trabajo en la chinampa en una población de 5.000 personas entre productores/as, consumidores/as, estudiantes, e investigadores. El caso de Coperav, en Brasil, es una de las 100 cooperativas sostenibles de MST que priorizan la producción orgánica de arroz. Son en torno a 616 familias, en 22 asentamientos de 16 municipios, incidiendo en toda la región metropolitana de Porto Alegre, que cuenta con más de 3 millones de personas.

La economía social y solidaria es una herramienta potente para el desarrollo de las iniciativas de la transición socioecológica. En Brasil el Proyecto Esperança/Cooperança, es la principal iniciativa del Centro de Economía Solidaria Dom Ivo Lorcheister. El Centro es un espacio de comercialización solidaria y popular que tiene más de 30 años de actividad y que es punto de encuentro entre agricultores familiares, artesanos, comerciantes y diversos grupos organizados en asociaciones. La Feicoop es la mayor feria de economía solidaria de América Latina y se realiza todos los años, asistiendo en torno a 300.000 personas como media durante 4 días de ferias. También se desarrollan Feirões Coloniais todos los años, albergando una media de público de 15.000 personas. La economía solidaria que se mueve en torno a estas ferias está vinculada a sectores como la artesanía, los productos caseros, los alimentos agroecológicos, la gastronomía tradicional: quesos, salames y embutidos. La iniciativa incide en toda la Región Central de Rio Grande do Suel, con una población de más de 600.000 personas, pues activa los comercios locales y a los agricultores/as familiares de varios municipios. Los diversos gremios agrupan, 15 grupos de artesanos/as, 64 grupos de hortigranjeros, 38 grupos de agroindustrias familiares, ente otros.

Muy vinculadas a la agricultura regenerativa hay que destacar iniciativas como la de Compostatu en Brasil que promueve la economía circular desde el emprendimiento individual. Esta iniciativa genera 3 empleos y se produce compost orgánico a partir de residuos de 30 residencias de aproximadamente, 3 personas por residencia, que generan en torno a 6 toneladas de residuos, produciéndose 2 toneladas de compost orgánico en 6 meses. Esta iniciativa incide directamente en el objetivo de acción por el clima, dado que evita la emisión a la atmósfera de 5.781 toneladas de CO2. El siguiente paso será pasar a empresa limitada cuando terminen de validar su actividad.

Otras iniciativas seleccionadas están muy vinculadas a la importancia del conocimiento. Y en estas juega un papel fundamental la universidad. Es el caso del Laboratorio de Meteorología Tempo de Aprender em clima de Ensinar, promovida por la Universidade Estadual do Norte Fluminense Darcy Ribeiro, en Brasil, que ha desarrollado más de 197 talleres informativos, incidiendo en una población de 47.876 habitantes y que trata de motivar a las mujeres en el estudio de la ciencia, formaciones aún muy masculinizadas.

El Observatorio de Recursos Territoriales de Ciudad de México también está siendo apoyado por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Cuajimalpa en México, y ha desarrollado más de 20 entrevistas con líderes, organizaciones y pobladores de la zona, así como 4 talleres. Se estima que la iniciativa puede incidir en la región de Sierra de las Cruces en más de 100 mil personas. Es importante destacar la importancia de la transmisión de conocimiento sobre la situación del territorio, las viviendas, los espacios verdes disponibles, etc., para hacer un abordaje participativo de la planificación urbanística, partiendo de las necesidades identificadas por la población con una visión de medio plazo.

Las finanzas éticas y sostenibles están también representadas entre las iniciativas seleccionadas. En particular, el Banco Desenvolvimiento Olhos D’Água en Brasil. Es un banco comunitario que otorga microcréditos por importe máximo de 50 mil reales por año, y que financia proyectos como ferias de agricultores/as familiares, pequeños comercios, artesanía local, etc. Se estima según la última actualización, que se han creado 22 pequeñas empresas, y se organizan en torno a la feria libre unos 12 agricultores/as.

El arte también es fundamental en la transición socioecológica como elemento para poner en valor el territorio. Este aspecto que hace de las comunidades espacios más sostenibles, está representado con la iniciativa Radiola. Ésta abarca a músicos y artistas de la región de Pernambuco en Brasil. Incide en 15.000 personas en la ciudad y en más de 60.000 personas en la época de carnaval. Teniendo en redes sociales 2.592 seguidores.

Es importante destacar las alianzas generadas en el desarrollo de todas las iniciativas, dado que son la clave del éxito, tanto por las sinergias y redes de colaboración que se generan, que propician su replicabilidad, como por los apoyos en relación a las inversiones y líneas de financiación necesarias. Líneas, que si se facilitan desde los principios de la banca ética generan compromiso y confianza entre dadores y receptores de los fondos.

En la mayoría de las iniciativas seleccionadas hay colaboración de la sociedad civil a través de las organizaciones sociales, bien como cooperativas o colectivos de la zona, con las prefecturas y gobiernos locales. Algunas como en la iniciativa Compostatu, la prefectura de Santa María juega un papel importante porque contribuyó con la asignación de algunos cortacéspedes para su uso en el proceso de compostaje.

Las colaboraciones se extienden desde las alcaldías hasta los gobiernos regionales, llegando incluso al gobierno nacional a través de las Secretarías y Ministerios vinculados a la agricultura y la protección del medio ambiente.

Es también muy innovadora la colaboración establecida entre la Universidad, la Incubadora Tecnológica de Economía Solidaria de UFAL y la Prefeitura de Igaci en la iniciativa del Banco de Desenvolvimento Olhos D’Água porque vincula los proyectos universitarios y de empresas incipientes con otro tipo de economía y otro tipo de financiación ética, lo que es un plus para garantizar proyectos sostenibles en el futuro. Esta iniciativa es muy replicable y enlaza con otras muchas que se están impulsando por parte de universidades andaluzas como el Manifiesto por una Economía Ecológica en la Andalucía Post-Covid19.

Por último, las redes sociales son hoy por hoy, un elemento fundamental clave de éxito para muchas de estas iniciativas de transición socioecológica, que a través de plataformas o herramientas como facebook, instagram o twitter van sumando seguidores y amplificando su radio de acción. También permite un aprendizaje continuo para los promotores, la co-creación de contenidos, la retroalimentación permanente y la democratización y expansión de muchos procesos, hasta ahora muy limitados en cuanto a su potencialidad. El hecho de que la toma de decisiones vinculada a iniciativas locales se adopte desde la comunidad en colaboración con los gobiernos locales, unido a esa capacidad de altavoz y extensión que ofrecen las redes sociales, facilita su ejecución y amplifica el éxito de sus resultados en el corto plazo.

Todas estas iniciativas PLAC (pequeñas, locales, abiertas y conectadas) son innovaciones socioecológicas multiescalares, basadas en la reorientación productiva sostenible, en modelos territoriales no extractivos sino regenerativos, enmarcadas en nuevas políticas de tiempo y renta en las cuales, la responsabilidad social se traduce en salarios dignos/horarios adecuados/igualdad entre hombres y mujeres, en definitiva trabajos socialmente dignos, que se desarrollan a través de estructuras de gobernanza participativas, generando decisiones colectivas y confianza en las acciones. Son acciones promotoras de sinergias, gracias al impulso que generan las redes sociales, haciendo de estos sistemas locales, sistemas resilientes, que no se muestran inestables en los momentos de crisis económica y permiten sostener vidas dignas de ser vividas.